domingo, 22 de diciembre de 2013

Susan Sontag, al desnudo


Un libro recoge las doce horas de entrevista que Jonathan Cott le hizo a lo largo de 1978 para la revista «Rolling Stone»


En 1978, Jonathan Cott, editor adjunto de «Rolling Stone» desde la fundación de la publicación, entrevistó a Susan Sontag. La charla, que tuvo lugar a lo largo de varios meses entre el domicilio de la escritora enParís y su casa de Nueva York, se publicó el 4 de octubre de 1979 en la famosa revista.
Más de tres décadas después de la aparición del artículo, Yale University Press ha recuperado en formato libro y sin cortes (entonces solo se publicó un tercio de la charla) las doce horas de intensaconversación que el periodista mantuvo con la autora de «Sobre la fotografía» (Edhasa, 1996).
«Susan Sontag: The Complete Rolling Stone Interview» es unhermoso retrato en el que la intelectual aparece frente a su propio espejo, desnuda de prevención y recato, y sincera hasta la extenuación. Sin tapujos, sin censura y con la vehemencia que siempre caracterizó su poderoso discurso, Susan Sontag se muestra apasionada en sus reflexiones y observaciones.
Susan Sontag, al desnudo
ABC
Cubierta del libro
El encuentro con Jonathan Cott tuvo lugar en uno de los momentos de mayor relevancia en la carrera de la estadounidense, que acaba de publicar «La enfermedad y sus metáforas» (El Aleph, 1980) y sentía cómo el fantasma del cáncer comenzaba a habitar su propio cuerpo y hasta su alma: «Todos vamos a morir -es algo muy difícil de asimilar- y todos experimentamos este proceso», asegura en una de las respuestas.
Ante ese inevitable proceso, Sontag siente «como si hubiera una persona -sobre todo en tu cabeza- atrapada en este conjunto fisiológico que sólo puede sobrevivir setenta u ochenta años en condiciones decentes. Comienza a deteriorarse en cierto punto y luego, hacia la mitad de tu vida, si no más, ves que este material empieza a deshilacharse. Y no hay nada que puedas hacer al respecto. Estás atrapada dentro de él, y cuando se va, se va». Se muestra másconsciente que nunca de su propia mortalidad.

La charla como «diálogo creativo»

Según explica Jonathan Cott en el extenso prefacio, «a diferencia de casi cualquier otra persona a la que he entrevistado -el pianista Glenn Gould es la otra excepción- Susan no habló mediante oraciones, sino con amplios y medidos párrafos». Lo más sorprendente para él fue «la exactitud y “puesta a punto moral y lingüística" -como la propia Sontag describió en su momento el estilo de Henry James- que desplegó y con la que elaboró sus pensamientos, hasta calibrar con precisión suintención en cada significado, incluso con palabras entre paréntesis».
Pero Cott también destaca, paradójicamente, «la generosidad y la fluidez de la conversación» con Sontag, poco dada a conceder entrevistas. Y es que, a mediados de los 60, la autora de «Contra la interpretación»(Taurus, 1996) escribió en sus diarios (queMondadori publicará en enero en España bajo el título de «La conciencia uncida a la carne») que no concedería «ninguna entrevista hasta que no sonara tan clara, autoritaria y directa como Lillian Hellman en “The Paris Review"». En esos mismos diarios, Susan Sontag reconoce estar «enganchada a la charla como un diálogo creativo»: «La conversación es mi principal medio de salvación».
Una conversación que, en el caso de esta «esteta embrutecida» y «moralista obsesionada» (según se describe ella misma), debía desprender siempre brillantez, pues lo consideraba una parte fundamental de su trabajo. Por ello, según aclara Cott, las respuestas de Sontag fueron «claras, directas y con autoridad».
Durante largas horas hablaron de temas omnipresentes en su vida y en su obra como la complejidad del amor, la amistad y la sexualidad, el ideal de la autonomía personal, la constitución histórica de las ideas o los comportamientos que tendemos a considerar naturales. «Realmente creo en la historia, y eso es algo en lo que la gente ya no cree. Sé que lo que hacemos y pensamos es una creación histórica… Nos dieron un vocabulario que comenzó a existir en un momento determinado. Así que cuando voy a un concierto de Patti Smith me gusta, participo, lo disfruto y lo experimento más intensamente porque he leído aNietzsche», dice con sensatez.

El pensamiento y el sentimiento

En un momento de la entrevista, Sontag revela al periodista que una de sus «cruzadas más antiguas es contra de la distinción entre el pensamiento y el sentimiento, que en realidad es la base de todos los puntos de vista anti-intelectuales: el corazón y la cabeza, el pensamiento y el sentimiento, la fantasía y el juicio… Yo no creo que sea verdad... Tengo la impresión de que el pensamiento es una forma de sentir y ese sentimiento es una forma de pensar».
La escritora siente que está «cambiando todo el tiempo, y eso es algo difícil de explicar a la gente, porque, generalmente, se piensa que un escritor es alguien cuyo trabajo consiste en convencer o intentar cambiar a la gente con sus libros o a través de sus puntos de vista». Pero ninguno de esos modelos tiene sentido para ella, que escribe para cambiarse a sí misma.
Un cambio que comenzó a experimentar de niña, cuando se entregó al placer de la lectura. Sontag asegura que el primer libro que la emocionó fue una biografía de Marie Curie, escrita por su hija Eve, que leyó a los seis años. «Empecé a leer cuando tenía tres años y la primera novela que me afectó fue“Los Miserables”. Lloré, lloré y gemí. Cuando eres un niño, lees los libros que hay en tu casa. A los trece años leí aThomas Mann, Joyce, Eliot, Kafka, Gide… la mayoría autores europeos. No descubrí la literatura norteamericana hasta mucho más tarde».
Gracias a los libros podía «descubrir y empezar a valorar algo que antes no me gustaba. No es una actitud hostil hacia todo lo anterior, pero yonecesito sangre nueva, alimentarme con cosas nuevas y obtener así nueva inspiración. Porque me gusta lo que no soy, me gusta tratar de aprender lo que no soy o lo que desconozco. Tengo curiosidad».

El escritor y su mundo

Esa curiosidad la llevó también a interesarse por el rock & roll, hasta el punto de que «fue la razón por la que me divorcié» (de Philip Rieff). «Adoro el rock and roll. El rock and roll cambió mi vida... Creo que fueron Bill Haley & His Comets y Chuck Berry quienes me llevaron a tomar la decisión de pedir el divorcio, dejar el mundo académico y empezar una nueva vida», asegura. Una vida que, hasta el final, estuvo ligada a la literatura de forma indisoluble. Contraria a la idea «solipsista» de que todo está en la cabeza, Sontag defiende que elescritor debe «prestar toda la atención al mundo. Hay un mundo y de ti depende si estás o no en él».
Al final de la charla y no sin cierta ironía, Susan Sontag deja muy claro a Jonathan Cott que «lo más terrible sería sentir que estoy de acuerdo con las cosas que ya he dicho y escrito; eso me haría sentir muy incómoda porque significaría que he dejado de pensar». Y eso fue algo que nunca dejó de hacer… y que hoy siguen haciendo sus lectores.
Fuente: ABC

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